20090914

LA VOZ DE UNA MIRADA

Tan solo suspiré al principio, en aquel comienzo en el que abrí los ojos y te vi dormir. Dormías con esa suavidad contenida en las mejillas, con el sol arrebatado en la frente y el encanto de la noche sobre vos.
Yo me desvelaba. Y no me dejaba descansar la madrugada, ni la luna ni el mar tan próximo al muelle, haciendo golpear el bote contra la madera húmeda y los típicos ruidos del puerto. Un puerto que no era mío. Un puerto donde no tuve un amor.
Me puse a pensar en esa tarde. Esa tarde justo antes de conocerte. En como estaba el día, en como había amanecido, como se dispuso el sol y con cuanta frecuencia, yo, había respirado hondo. Después vino la noche y con ella se apresuró la madrugada templada de invierno. Sí, aún era invierno.
Oyendo cantar una sirena me deje llevar por tu primer parpadeo hasta el final de tu mirada y me acerqué más de una vez a tu boca para secretearte una intención en silencio, que se nos pegó en los ojos a los dos, que se hizo eco en nuestras miradas y que aunque carreteó en nuestra garganta, jamás despego de tu boca ni de la mía.
Te descubrí perdido y distraído relajándote en mis ojos, y el mar y el viento te llevó, no se adonde, no sabés porqué, tan solo volaste, tan solo te deje ir.

Tan solo suspiré al principio, en aquel comienzo en el que abrí los ojos y te vi partir.

No hay comentarios.: