20060810

Encuentro

Lo había meditado mucho. Tal vez demasiado. Finalmente llegó el viernes, y entre la escarcha y el fresquete lo decidió mejor. Y si...ya era tiempo, había mucho ensamble de palabras, muchas horas acumuladas en el reloj. Se vistió prolijo como nunca, amarró su miedo al bolsillo y partió.
En el lugar indicado y cuando las agujas se hacen una en el tiempo, bajó los tres escalones, pisó la calzada, subió el cordón, se apostó frente al campanario y esperó.
Cuando volvió a ver esos ojos, de los cuales no recordaba su calor, ahogó en la cascada de su garganta un –Hola- profundo y arrastró un –mi amor. La mueca de la sonrisa estalló en el dolor de aquel amor que dejó en casa y por éste al que se animó.

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